Panorama de Once
Todos los 11 de Septiembre, desde hace aproximadamente 6 años, asisto a la Velatón que se realiza una vez caída la noche, en las afueras del Estadio Nacional.Es un acto muy emocional, lleno de silencio y recogimiento, donde familias completas llegan a cumplir con el suave y significativo gesto de encender una vela. De este modo, y lentamente, la vereda sur de Avenida Grecia, entre Maratón y Pedro de Valdivia, se llena de pequeñas y titilantes luces, que familiares y anónimos, como yo, depositamos en recuerdo de las almas cuyo último contacto con la vida fue el sufrimiento y la humillación, y también, en recuerdo de aquellos que lograron sobrevivir a este paso.
Un pequeño acto acompaña el inicio de este ritual. Hubo algunos discursos de dirigentes comunales que, a pesar de las legítimas diferencias ideológicas, se unieron para conmemorar un año más del "Martes de Horror". A mi alrededor, algunas personas secan sus lágrimas emocionadas... pienso, si acaso habrán perdido a alguien querido en ese lugar, hoy colorido, ayer teñido. Un minuto de silencio... de fondo, una trompeta suena... algo destemplada, pero profunda... como un lamento. Imágenes pasan por un telón... Palabras del Presidente mártir, la celebración de los hombres y mujeres que lo llevaron al poder, sus ojos cargados de esperanza y triunfo... sin duda, ninguno de ellos pensó en lo que vendría. Miro una vez a mi alrededor, ahora comparto los ojos brillosos de ellos, mi garganta está apretada y mi saliva espesa. Pienso entonces, que estos mismos electores de ayer, cambiaron esos ojos ilusionados, por esta tristeza y esta memoria.
"Yo estuve ahí... bailando cueca en la Alameda, con tu tío Ricardo", me dice mi vieja al ver las imágenes de ese 4 de Septiembre de 1973, cuando se supo quien sería el nuevo Presidente. La abrazo.
Me siento aliviada de estar con ella, y que ninguno de los rostros de mi familiares aparezca en una fotografía, acompañado de un "DONDE ESTÁN?".
En este acto, no hay encapuchados. Aquí se viene con la cara descubierta, y con esto, decimos que no nos hemos olvidado de nada, porque hay cosas tan feas, tan hirientes, que no pueden olvidarse, y porque un país sin memoria, está condenado a repetir los mismos errores (horrores). Ninguno de nosotros lanzaría una molotov a La Moneda, acto tan despreciable como bombardearla con aviones, mientras su Presidente aun se encuentra en el interior.
La vela simboliza la luz que brilla al interior de los hombres... aquella que brilló al interior de estos desconocidos a quien ayer por la noche, rendimos este homenaje. Aquella por la cual, hoy los recordamos.
Confesado por FrancisK @ 09:44
Metidas de Cuchara: 7
